En Verano, aumentan las diarreas.
Es frecuente que después de una comida copiosa o preparada con demasiadas especies e irritantes vayamos al baño, y tengamos una descarga de heces semilíquidas. Pero estamos hablando de diarrea cuando las evacuaciones son más de tres en veinticuatro horas. Y son de consistencia líquidas o semilíquidas.
En Estados Unidos de América, se gasta aproximadamente 6 billones de dólares al año en atención médica y ausentismo laboral por diarrea.
La diarrea aguda, puede tener múltiples causas, y éstas pueden ser infecciosas o no infecciosas.
Las de origen infeccioso, pueden ser causadas por virus, bacterias, parásitos, etc. Aunque las más comunes de las diarreas infecciosas, son las virales, las cuales suelen ser autolimitadas. La mayoría de los casos de diarrea leve, suelen ser de origen viral. Y como ya dijimos, son autolimitadas. Es decir, que se curan espontáneamente al paso de los días, sin tratamiento con antibiótico, cuidando siempre de mantener un estado adecuado de hidratación.
Los casos graves de diarrea, con presencia de fiebre y heces fecales con sangre, son de tipo bacteriano y requieren tratamiento con antibióticos. Ante lo cual, hay que acudir de inmediato con el médico.
El cólera, es otro de los tipos graves de la enfermedad diarreica. Caracterizado por evacuaciones en “agua de arroz” acompañadas de deshidratación grave, que presenta cinco o más evacuaciones diarreicas en 24 horas y cuya evolución no es mayor a cinco días.
Por otra parte, aquellos casos en los que la diarrea es leve, pero está presente con bastante frecuencia en nuestros días, le llamamos diarrea crónica y se encuentra asociada a infección parasitaria. También en este caso, es necesaria la intervención médica.
También existen episodios diarreicos de origen no infeccioso, como las diarreas provocadas por los efectos adversos de algunos medicamentos, por enfermedades metabólicas, endócrinas, nerviosas o intolerancias a algunos alimentos. Éstas tienen tratamientos variados.
¿Qué hay que hacer en caso de diarrea?
- Tenemos que empezar por lavar nuestras manos con sumo cuidado, para evitar esparcir la contaminación. El lavado de manos con jabón, de manera habitual, reduce la enfermedad diarreica. Se recomienda lavarse las manos con jabón después de defecar, antes de preparar y consumir alimentos, para reducir el riesgo de diarrea.
- Aumentar la ingesta de líquidos. Prevenir la deshidratación, es una de las medidas urgentes, reponiendo líquidos a través de la vía oral, es decir beber agua. (agua, té, jugo de frutas, etc.)
- Observar las características de las heces, verificar que no haya presencia de sangre, moco o que estén de aspectos purulento. Ante cualquier duda o inquietud al respecto, acudir de inmediato con su médico.
- Poner atención a lo que estamos comiendo y bebiendo. Que el agua que bebemos se encuentre purificada. Las frutas y las verduras debidamente desinfectadas (15 minutos en agua con desinfectante para frutas y verduras).
- Evitar la contaminación cruzada, a la hora de la preparación de los alimentos. Desinfectar debidamente las tablas de picar, de preferencia asignar las tablas de picar al tipo de alimentos (Una para carnes y pescados, otra para verduras y frutas, etc).
- No comer alimentos que se encuentren crudos o a medio cocer.
- Mantener la basura tapada, hasta que sea retirada del hogar.
- De ser posible, tirar el papel higiénico usado, dentro del drenaje. En la actualidad la mayoría de los papeles higiénicos que existen en el mercado, están preparados para degradarse en el drenaje sanitario.
- Cuidar los postres de fresas, algunos establecimientos pasteleros usan las fresas sin desinfectar. Es mejor no consumir estos postres, ya que la fresa es una de las frutas donde más se esconde la suciedad y la contaminación.
- ACUDIR AL MÉDICO, debiera ser la primera indicación. Y es necesario hacerlo, ante dudas o persistencia de la enfermedad.