Es mejor prevenir que lamentar
Todos podemos prevenir enfermedades, al cuidar nuestros hábitos diarios.
Tienes un cuerpo desde siempre y no le das atención. Cuando la rodilla te duele, podría ser que has aumentado un poquito de peso.
Te duele la garganta al despertar y te cepillas los dientes, pero no haces gárgaras, posiblemente esa colonia de bacterias crecerá por la noche y tendrás amigdalitis o faringitis muy pronto. Tomas poca agua, seguro tu posibilidad de tener cistitis u otras infecciones en vías urinarias aumentará.
Sin embargo, no eres la única persona que ignora a su cuerpo, existen millones que pueden adoptar hábitos saludables o morir sin hacer el intento.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reporta que un mexicano promedio invierte lo equivalente a 52 dólares al mes en su salud, frente a ciudadanos de otros países que destinan 208 dólares en promedio.
La mayoría de los mexicanos carecen de la póliza de un seguro médico de cobertura total y aún contando con la asistencia del sistema de salud, a través de sus instituciones, no sabe que la prevención de enfermedades es menos caro que combatirlas cuándo ya los aqueja.
Un ejemplo es que de 1 mil pesos de una visita dos veces al año al dentista, puede incrementarse a 15 mil pesos en caso de una emergencia por la falta de atención, con tanto dolor por el que se querría empeñar y pagar lo que sea.
En perspectiva el rescate a la prevención de enfermedades es la mejor inversión y convencernos que empieza con cada uno el mayor logro en salud.
Dormir ocho horas, tomar dos litros de agua, caminar 30 minutos mínimo al día, una dieta balanceada con tres raciones de comida y dos colaciones entre una y otra; una vida sexual monógama y regular, son algunos de los cambios positivos que se requieren para enfermar menos y vivir mejor.
Pero no olvides tu visita regular al Doctor y contarle que pasa con tu cuerpo para detectar posibles enfermedades mucho antes que se agraven.
Dormir ocho horas, tomar dos litros de agua, caminar 30 minutos mínimo al día, una dieta balanceada con tres raciones de comida y dos colaciones entre una y otra; una vida sexual monógama y regular, son algunos de los cambios positivos que se requieren para enfermar menos y vivir mejor.